diumenge, 8 de desembre del 2013

Entrevista de Juan Carlos Romero publicada en CubaEncuentro


 

Teresa Dovalpage nació en La Habana en 1966 y ahora vive en Taos, Nuevo México. Tiene un doctorado en literatura y escribe indistintamente en español e inglés. Es autora de A Girl like Che Guevara (Soho Press, 2004), Muerte de un murciano en La Habana (Anagrama, 2006), Habanera: A Portrait of a Cuban Family(Floricanto Press, 2010), El difunto Fidel C. (Renacimiento, 2011) Llevarás luto por Franco y otros elatos(Atmósfera Literaria, 2011), La Regenta en La Habana (Edebe, 2012) y Orfeo en el Caribe (Atmósfera Literaria, 2013). Fue finalista del premio Herralde de Novela 2006 y ganadora, en 2009, del premio de Novela Corta Rincón de la Victoria.

¿En qué momento decidió que quería escribir?
Teresa Dovalpage: No siempre es fácil ubicar exactamente cuándo ocurre el descubrimiento de la vocación literaria (o de cualquier vocación) pero sí recuerdo que desde niña fui una lectora impenitente, así que di el salto de lectora a escritora casi sin darme cuenta. Un día, siendo adolescente, me senté a escribir… y todavía no he parado. De aquel primer experimento salieron unos cuentos horribles y sin pies ni cabeza, según mi madre. Pero ya no había vuelta atrás: la escritura se inocula en la sangre, es como un virus del que no te puedes librar. ¿Qué le aporta la escritura? ¿Y la literatura? ¿Piensa que vale todo en la literatura?
TD: Tanto la escritura como la literatura me permiten ver al mundo en una escala diferente, a través del prisma de las letras, ya sean las de otros escritores o las propias. La literatura (y la posibilidad de participar en ella) es el mejor regalo que he recibido de la vida. Sí, pienso que todo vale en la literatura, al igual que en cualquier otra manifestación creativa, si se hace con rigor y dignidad artística

¿Qué es necesario para que una novela interese a los lectores?
TD: No creo que haya reglas estrictas pero debe contar bien una historia y, de alguna manera, atrapar al lector desde el primer párrafo para que no cierre el libro y salga de estampía a ver una película o a poner un videojuego. Ah, los escritores tenemos mucha competencia…
¿A qué se dedica cuando no escribe?
TD: Soy profesora en la Universidad de Taos, Nuevo México y columnista para el periódico local Taos News. Como son empleos a tiempo parcial, no resultan demasiado difíciles de compaginar con la escritura. Aparte de eso, siempre estoy escribiendo, ya sea físicamente, frente al teclado, o en mi mente, ordenando escenas y personajes.
¿Cuál es su método de escritura? ¿Anota lo que se le ocurre?
TD: Antes hacía anotaciones en un cuaderno, ahora las hago en mi iPad. Pero, por desconfianza, las imprimo luego, si me parecen de veras importantes. ¡No hay que confiarse mucho de estos aparatitos electrónicos! Después de revisar las notas, decido si me van a servir de algo, y las uso en algún argumento nuevo, o las intercalo en lo que esté escribiendo en ese momento, si viene al caso. Escribo casi siempre de noche, lechucilmente, cuando todos duermen en casa y puedo disfrutar de una santa tranquilidad por tres o cuatro horas. Si pudiese ser un libro, ¿cuál sería?
TD: Una saga de ciencia ficción que describa un universo inexistente, pero posible. La ciencia ficción me encanta, aunque sólo me he atrevido a dar unos pasitos tímidos en el género.
¿En qué proyecto se encuentra sumergida en estos momentos?
TD: Precisamente dándole los últimos toques a un par de cuentos de ciencia ficción…Como te decía, estoy incursionando, poquito a poco, en un género que tiene posibilidades infinitas. ¡A ver qué sale!

 ¿Se escribe por placer o también por dinero y reconocimiento?
TD: Escribo por placer, claro, pero también por reconocimiento (¿a quién no le gusta que le apapachen el ego?). Y por dinero, porque ¿con qué se compran los frijoles?
¿Dominas los recursos de estilo, las figuras literarias o escribes con estilo propio y sigues experimentando y aprendiendo?
TD: Una mezcla de las dos cosas. Creo que al principio se empieza imitando bien o mal el estilo y los recursos literarios de otros autores, y ya luego se van desarrollando los propios. Es una buena idea seguir experimentando y aprendiendo, para no repetirse.
¿Regala libros en alguna ocasión?
TD: Sí, siempre que el receptor de los regalos sea alguien a quien le guste leer. No quiero que los libros terminen llenos de polvo en cualquier rincón.
¿Cómo le ha cambiado el mundo de la tecnología y el e-Book?
TD: Definitivamente para bien. Después de usar una computadora, no me imagino volver a mi vieja (aunque fiel e inmune a los virus) Underwood. Por otro lado, el e-Book es una posibilidad magnífica de llegar a lectores de todo el mundo. Hace unos meses salió en Amazon Kindle una recopilación de mis artículos para Taos News titulada A Brief Guide to Taos ––Where to Eat, Shop, Work Out…
and More, publicada por Eriginal Books. Mi colección de cuentos The Astral Plane, Stories of Cuba, the Southwest and Beyond(University of New Orleans Press, 2012) está disponible también en formato electrónico.
¿Sentías que habías nacido con vocación literaria ?

TD: Pienso que todos nacemos con “dones,” o al menos con destrezas innatas a las que hay que desarrollar para que den sus frutos. De poco le serviría a alguien nacer con vocación literaria si no tiene la oportunidad de ir a la escuela y aprender a leer. En mi caso, desarrollé una inclinación a la literatura desde muy niña porque los libros eran una presencia diaria en nuestra vida familiar. Como te decía al principio, di el salto de lectora a escritora casi sin darme cuenta. Desde entonces trato de aprender lo más que pueda sobre el oficio de escribir para que mi vocación no se transforme en equi-vocación.
¿Lamentas que tu vida literaria no se hubiera desarrollado en otro medio más propicio?
TD: Muy interesante la pregunta. A veces siento curiosidad por saber cómo escribiría ahora si mi familia hubiera venido a Estados Unidos en los años setenta, como era su intención— intención que se frustró por razones que no vienen al caso. ¿Escribiría sólo en inglés? ¿Habría olvidado mi español? ¿Me habría sido más fácil publicar? Quién sabe… Como no es posible cambiar el pasado o inventarse una nueva trama de vida, procuro no lamentar nada y seguir adelante en el camino en que me encuentro. ¿Qué libros han cambiado tu vida?
TD: La Regenta, de Leopoldo Alas, The Bluest Eye, de Toni Morrison… Y muchos más.
El regreso, la nostalgia, el sufrimiento causado por el deseo incumplido de regresar. ¿Tienes la obsesión del regreso a tenor de los nuevos cambios?
TD: No siento la más mínima nostalgia ni el menor deseo de regresar. Jamás he sentido la necesidad de volver a Cuba, ni con cambios ni sin cambios. No echo de menos las palmas, ni sueño con el Malecón, ni extraño el entremetimiento de los vecinos en las vidas ajenas. Si eso me hace parecer un bicho raro, pues qué se le va a hacer. ¿Ha tenido que esquivar la censura en tus escritos?
TD: No, porque desde que comencé a publicar lo he hecho en sociedades libres, donde mi única censora soy yo misma.
¿Hay algún género más eficaz para trascribir la realidad cubana?
TD: Todos los géneros artísticos son válidos para transcribir realidades de cualquier parte del mundo.
¿Qué objetivo persiguen sus libros?
TD: No pienso en objetivos a la hora de escribir ficción. Eso lo dejo para las clases de gramática (“el objetivo de la lección uno es aprender la conjugación del verbo ser”). Si tuviera que escoger una función de la literatura, ésta sería entretener; mantener el interés del lector de modo que no se vaya a surfear el Internet o encienda la televisión en busca de algo más jugoso. ¿Qué significado tiene para ti la ciudad dónde has vivido la mayor parte del período de exilio?
TD: Después de salir de Cuba he vivido solamente en tres ciudades y cada una tiene un significado especial. San Diego, a donde llegué al salir de La Habana, es la frescura de California, esa actitud del alegre surfista, “todo está bien y take it easy”. Albuquerque fue el encuentro con el suroeste, donde conocí la vida académica norteamericana y pasé años muy divertidos como estudiante de postgrado. Y Taos, donde vivo ahora, es un pueblo pequeño, artístico, marcado por las mágicas montañas Sangre de Cristo y por la nieve en los inviernos. Aquí he empezado mi carrera como periodista y es una de las mayores satisfacciones que he tenido en los últimos años.