dimecres, 8 de juliol del 2009

carod rovira en cuba

Los nacionalistas catalanes están mejorando mucho, como demostró Josep Lluis Carod Rovira en su viaje de estos días a La Habana. Aunque no están curados del todo, claro. Carod, por ejemplo, habló en catalán en la presentación en Casa de las Américas, porque, dijo, «me parece un gesto de enorme injusticia no hacerles escuchar a ustedes cómo suena, a miles de kilómetros de distancia, la lengua catalana». También hizo un recuento de todo lo que Cuba le debería a los catalanes. ¡Tremendo! Enumeró cuántos apellidos ilustres les debemos. Olvidó mencionar que también Valeriano Weyler i Nicolau llevaba apellido catalán, pero, bueno, tampoco iba a nombrarlos a todos.

Y en qué radica mi afirmación de que están mejorando, se preguntará alguno.

Pues, en que alardean de su presunta grandeza comme d’habitude, pero, al menos en La Habana, Carod Rovira no nos echó en cara ningún agravio. De hecho, se ufanó de los 300 catalanes que habían luchado por la independencia de Cuba –cifra que infló para evocar a los espartanos de las Termópilas– y ahí estuvo rozando la exposición del agravio, pero nada. Calladito. ¡Gracias, Josep!

Gracias por no echarnos en cara que mientras esos 300 catalanes luchaban en las tropas mambisas, los catalanes se dejaron 3.803 muertos en la guerra de 1895-98. Luchando por España. Por la Corona. Por la permanencia del régimen colonial.

Según el recuento del historiador Raúl Izquierdo, los muertos catalanes fueron 1.090 de Barcelona, 746 de Gerona, 705 de Lérida y 533 de Tarragona. En conjunto, un 60 % de los catalanes enviados a pelear en Cuba se dejaron la vida y el bueno de Carod se lo calló y pasó de exigirnos que pidiéramos perdón por tanto catalán muerto por la Cuba española.

Por cierto, de entre los que volvieron con vida después de la guerra, fue especialmente bien recibido cierto Manuel Bringué i Sanfeliu, a quien el alcalde de Barcelona premió con un reloj de oro por haber participado en la escaramuza que acabó con la vida de Antonio Maceo. Tampoco de él se dijo palabra.

Lo dicho: mejoran a ojos vistas: sólo tienen palabras bonitas.
Jorge Ferrer. Escritor y traductor. Escribe desde Barcelona, España
Publicado en: El Tono de la Voz | Actualizado 08/07/2009 16:05