Entrevista a la escritora cubana Yanitzia Canetti,
por , Girona
Biografia de la autora:
Graduada de Periodismo, con una maestría en Lingüística y un
doctorado en Literatura Hispanoamericana, Yanitzia Canetti ha publicado
más de 300 libros en varios géneros, que incluyen novelas, poesía,
cuentos, teatro y especialmente literatura para niños.
Su obra ha
sido traducida al inglés, italiano, portugués, croata, búlgaro, rumano,
chino y otros idiomas. Como asesora literaria y editora para Houghton
Mifflin Harcourt, McGraw-Hill y otras compañías editoriales, ha escrito
colecciones de libros de ficción y no-ficción, así como materiales
educativos para el sistema de educación bilingüe de Estados Unidos.
Ha escrito numerosos textos especializados, catálogos y reseñas
literarias para periódicos y revistas de EEUU, Cuba, España, Italia,
México, Puerto Rico, Venezuela y otros países.
Canetti ha
traducido más de 200 libros, principalmente para niños. Sus traducciones
incluyen varios clásicos de la literatura anglosajona, como Dr. Seuss, Curious George, Berenstain Bears, Amelia Bedelia, Mike Mulligan, entre otros.
Ha
traducido también el libro de literatura infantil de la exprimera dama
Laura Bush, Leer para creer, y más recientemente el libro de los
Beatles, Yellow Submarine
Ha obtenido varios premios, entre los que destacan el Premio Nacional
de Literatura La Rosa Blanca, concedido a los mejores libros publicados
en Cuba (1994); Premio Nacional de Literatura en Poesía, concedido
durante tres años consecutivos por el Ministerio de Educación de Cuba,
1984, 1985, 1986; Mención Honorífica en Periodismo, concedido por The
National Association of Hispanic Publications, Estados Unidos, 1997;
Premio Influential Hispanic 2004 (Hispanic Image Magazine 2004); Premio
al Mejor Álbum Ilustrado en España (2000), por su libro para niños
Completamente diferente, Premio Women of Courage (2011) otorgado por La
Alianza Hispana en Massachusetts, entre otras distinciones.
En la actualidad Canetti vive en Boston y trabaja como directora editorial y asesora literaria.
Sus publicaciones incluyen: La muerte nuestra de cada vida (narrativa, CBH 2009), La vida es color de Rosa (novela, CBH 2008), Al otro lado (novela, Seix Barral, 1998), Entre la espada y la pared (poesía, CBH 2010), y literatura para niños como Había OTRA vez (Everest, 2009), Nada es lo que parece (Progreso 2011), Completamente diferente (Everest, 2000), Doña Flautina Resuelvelotodo (Edebé 2001), El niño que nunca se reía (Edebé 2006), entre otros.
La revista People en español la seleccionó en 2011 entre las “25 mujeres más influyentes del mundo”.
ENTREVISTADA por Juan Carlos Romero Mestre
¿En qué momento decidiste que querías escribir?
Yanitzia Canetti (YC):
No lo recuerdo. No recuerdo que haya un momento en que decidí dedicarme
a escribir, pero sí recuerdo el momento en que creí que había comenzado
a escribir con una intención literaria. Fue a los 6 años y fue con algo
que yo llamé “poema”. Estaba dedicado a un maestro, que por entonces
era lo más parecido que había a un príncipe azul. Luego formé parte de
un taller literario en la Biblioteca Nacional José Martí, y allí comencé
a escribir más poemas, cuentitos y hasta novelas. Si bien nada de
aquello cuenta hoy como algo medianamente publicable, la intención sí
estaba y la pasión también.
¿Sentías que habías nacido con vocación literaria, cuáles son tus verdaderos orígenes en ese sentido?
(YC):
No, sentí que había nacido con cierta vocación creativa tal vez, porque
desde que tengo memoria, fui una niña inquieta en ese sentido. Lo que
ocurrió es que al expresarme tempranamente a través de las artes: la
pintura, el baile, el canto, apenas aprendí a escribir mi nombre,
comencé también a explorar el mundo de la expresión escrita con ese
mismo instinto creativo. Con 6 años le hice un poema a un maestro y poco
después, comencé a hacer mis peninos con otros géneros. No era nada que
valiera la pena, pero lograba al menos que los adultos dijeran con esa
dulzura piadosa que los caracteriza ante las torpezas infantiles: “La
niña tiene madera”. Y no sabes lo que me molestaba la frase. Me quedaba
claro que aquello que había escrito no servía ni les gustaba, pero se
suponía que debía alegrarme el hecho de que, por el camino que iba, a lo
mejor un día me salía algo bueno. Lo que hizo que mis escritos
cuajaran, fermentara y finalmente despuntaran como algo que la gente ya
podía considerar literatura, fue la avidez con la que devoré libros
durante toda mi infancia y juventud. Ahora leo menos porque la vida me
ha impuesto un calendario atroz de compromisos y actividades, pero sigue
siendo una fuente inspiradora para lo que luego escribo
¿Lamentas que tu vida literaria no se hubiera desarrollado en otro medio más propicio?
(YC):
No, realmente no. Todos los medios me parecen propicios en algún
sentido. Creo que una persona creativa no solo convierte en propicios
los medios de que dispone, sino que puede crear los medios idóneos para
expresarse creativamente.
¿Qué significado tiene para ti la ciudad donde has vivido la mayor parte de tu vida?
(YC):
Hasta los 24 años viví en Ciudad de la Habana. Tuve que sacar cuentas
para determinar que fue esa la ciudad donde viví la mayor parte de mi
vida y además, la más significativa. Pero he vivido fuera de Cuba por 23
años. La Habana guarda mis juegos de niña y mis secretos de juventud,
allí tuve mis primeros amigos, los primeros amores, las primeras
decepciones y las experiencias que marcaron y determinaron el resto de
mis experiencias de vida. La Habana estaba en todo lo que hacía, decía y
pensaba. Fue el lenguaje urbano que se impregnó en mi gestualidad y en
mi forma de ver el mundo. Todo lo que vino después, pasa por esa sublime
y ridícula comparación con la Habana. Idealizada por la nostalgia,
endiosada por la pasión, ensalzada por puro gusto, ¡y única! La singular
arquitectura de Nueva Inglaterra, donde vivo hoy, no termina de
convencerme porque sigo enamorada de los portales, los ventanales, los
portones, los vitrales, los techos altos, las columnas, los mosaicos,
las balaustradas... Y así me pasa con todo, incluida la gente, ¡nadie
como mis paisanos! Esa mirada habanera de mis años de infancia y
juventud lo empañan todo, incluso la Habana a la que he regresado varias
veces. La Habana de hoy no es aquella Habana, es otra; a veces tan
ajena como Jamshedpur o Brazzaville.
El regreso, la nostalgia, el sufrimiento causado por el deseo
incumplido de regresar. ¿Tienes la obsesión del regreso a tenor de los
nuevos cambios?
(YC): No, yo corté el
cordón umbilical y quemé las naves cuando partí. Mi país de origen, el
de mi infancia y mis vivencias, habita en mí, va conmigo a todas partes;
no necesito un punto geográfico para sentirme en casa. Eso no quiere
decir que no sienta una nostalgia insondable por todo lo que ya no
volveré a vivir del mismo modo, aunque regresara. Posdata: lo de los
“nuevos cambios”, valga la redundancia, parece un chiste.
¿En qué proyecto trabajas en estos momentos?
(YC):
En varios. Trabajo en una novela masculina que por ahora lleva el
título de “Al fin solos” (supongo que quienes tienen la manía de crear
“generosas” etiquetas como “literatura femenina”, no tengan ningún
problema en aceptar esta obra como “literatura masculina”, aunque esté
escrita por una mujer). También trabajo en un poemario y en varios
cuentos
Isaac B. Singer afirmaba que tenía más de 500 razones para escribir para los niños. ¿Cuáles son tus razones fundamentales?
(YC):
Esas “más de 500 razones” probablemente. Y si entre esas está la de
escribir para mí misma (me divierto, me gusta, aprendo, lo disfruto),
para mis hijos (me encanta la cara de placer y alegría que ponen cuando
invento historias para ellos) y para alegrar la vida de otros niños,
creo que no necesito muchas más. En ninguna de las razones estará jamás
marcarles una ruta o darles lecciones. Los adultos somos muy arrogantes
cuando creemos que nos toca darles lecciones a los niños, cuando en
realidad lo que nos toca es aprender de ellos todo lo que fuimos
olvidando por el camino.
¿Qué objetivo persiguen tus libros infantiles?
(YC):
Ninguno. No me propongo objetivos cuando escribo para niños, ni para
adultos. Tengo deseos, tal vez, no sé. El deseo de compartir, de
comunicarme y de amar a través de mi escritura.
Se habla de que los escritores deben cuidar y ofrecer obras
depuradas utilizando recursos narrativos, ¿o encuentras bien que lo que
se cuente deba hacerse tal cual se cuenta en la sobremesa?
(YC):
Los escritores deben contar una buena historia y contarla bien, da
igual si así de bien logran contarla en una amena sobremesa. La creación
requiere cuidado, claro, es parte del interés literario de expresar con
paso premeditado y lento lo que ya no se puede postergar.
No les
toca a los escritores, sin embargo, pensar en hacer obras “fríamente
depuradas” ni en una lección narrativa de cómo usar los recursos
literarios (moraleja incluida), ¿o querrían dejar sin trabajo a los
críticos y a los profesores de literatura?
¿Qué aporta la escritura y la literatura, piensas que vale todo en la literatura?
(YC):
Empiezo por el final. Sí, todo se vale a la hora de hacer literatura.
Pero no todos los libros publicados valen como literatura. El criterio
más importante para saber que sí y que no, lo decide el tiempo, creo yo.
Las obras buenas prevalecen. Las obras de bajo vuelo van quedando en el
camino. Se sabe de escritores que tuvieron un reconocimiento efímero en
su momento pero cuyas obras hoy nadie se atreve ni a reeditar ni a
leer. Cada lector, de cualquier modo y en cualquier época, puede ejercer
siempre su propio criterio de lo bueno y lo malo a partir de una
definición consensuada.
En cuanto a qué aporta la escritura y la
literatura, pues aporta vida. Más que expresar, realizar, entender,
comunicar, yo en lo particular respiro a través de lo que leo y escribo.
¿Tiene responsabilidad social el escritor, en cuanto al hecho de ser una figura pública?
(YC):
En cuanto a la responsabilidad social del escritor, pues de eso se ha
comentado mucho y no tengo mucho que aportar. En lo personal, pienso que
todos, escritores o no, tenemos una responsabilidad social y un deber
para con las generaciones venideras. Esta responsabilidad se manifiesta,
por supuesto, en las obras que creamos: pinturas, libros, composiciones
musicales, etc. En ese sentido, toda expresión artística lleva
implícita una manera única de interpretar la realidad en la que nos toca
pensar, ser y actuar.
¿Cómo ha cambiado a la literatura el mundo de la tecnología y el e-book?
(YC):
No le temo a los cambios. Me gustan. Significa que nos movemos. Lo peor
es quedarnos atascados en el mismo lugar. Los formatos nuevos no deben
asustarnos. Son solo soportes para nuestras creaciones. Pero entiendo
ese temor a lo nuevo, donde no se tiene todo el control, donde vamos a
tientas sobre un terreno desconocido en el que nos podemos perder.
Supongo que lo mismo les ocurrió a los antiguos escritores en piedra
cuando tuvieron que optar por un objeto más blando como el papiro o el
pergamino. Y luego a estos, cuando apareció ese objeto voluminoso y
compacto, atrapado en una corteza dura y cuyas páginas numeradas había
que ir pasando con la mano. ¡Un objeto extraño llamado libro!
Los
que tienen que apurar el paso para ir al ritmo de la tecnología son
quienes han invertido por tantos años en máquinas impresoras, no sea que
les pase como a muchas fábricas que producían películas fotográficas y a
las que no les dio tiempo ajustarse a los cambios que imponía la
aparición de la imagen digital
Pero a los creadores no debe quitarles el sueño un cambio de
formatos. Si es bailarín, danzará en cualquier escenario, tangible o
intangible. Si es artista plástico, pintará si es preciso sobre un
lienzo de nubes. Si es escritor, escribirá en el agua si no hubiera otra
manera de dejar constancia material de sus ficciones.
Adaptarse
es parte de la naturaleza humana. Tal vez el escritor de hoy encuentre
en los formatos digitales una manera de expresarse más ajustada a los
tiempos que corren, acelerados y multidinámicos. En un mundo global
competitivo y sobreestimulado, la lectura lenta de un libro largo junto a
la chimenea, no parece tan realista, al menos no para los que trabajan,
tienen hijos y luchan por sobrevivir en una economía avasalladora.
Podemos acudir siempre, con nostalgia y deseo, a los géneros de toda la
vida, pero también tenemos otros muchos géneros que enriquecen nuestras
posibilidades de conectarnos con los lectores de esta generación y
quizás las venideras
¿Crees que la literatura cubana a veces tiene serios altibajos?
(YC):
Al no ser una estudiosa de la literatura cubana, solo una lectora
común, sería audaz de mi parte hablar del tema de manera crítica y
contundente. Mi opinión es que la literatura cubana es muy rica y muy
diversa en un sentido, y a veces un poco “contaminada por la
circunstancia colectiva” en otro. Esto último lo pienso en relación a mi
generación, particularmente. Hemos bebido de los mismos libros, hemos
estudiado con los mismos textos, hemos crecido viendo los mismos
programas de televisión, bajo el mismo discurso y un mismo y limitado
sistema de valores e ideas... De ahí que a veces lea un libro de algún
autor contemporáneo cubano y me parezca que lo escribí yo o que pude
haberlo escrito yo, ¡y casi con las mismas palabras! Nos hemos formado
de una manera bastante uniforme, como trincheras de clones, y eso daña
la creación individual de algún modo. Pero algunos han logrado
“desintoxicarse” de esa circunstancia que estigmatiza tanto un modo de
decir y un estilo literario. Se nutren de fuentes nuevas, intentan
reencontrarse con su individualidad, re-conocerse en el tumulto de
voces, marcar su territorio, des-programarse. Entonces sobresalen y
marcan un camino si no totalmente novedoso, al menos singular. Pero sea
un coro de voces o una voz sobresaliente, la literatura cubana me parece
rica y muy particular comparada con el hacer literario de otras
naciones y culturas.
¿Está de moda la literatura cubana?
(YC):
No sé si está de moda, la verdad, no estoy al tanto de las modas,
aunque sí tengo la impresión de que Cuba es una isla que despierta
interés en personas de otros países, por su ventajosa geografía, su
singular cultura, y claro está, su peculiar política. Pero la literatura
no debe estar de moda ni tener etiquetas, es paradójico que un terreno
tan libre se vea limitado por vallas y letreros.
¿Hay algún género más eficaz para trascribir la realidad cubana?
(YC):
Creo que eso es una opinión. La mía es que sí, hay muchos géneros más
eficaces que trascribir la realidad cubana, que no sería un género
además.
¿Consideras que la cultura cubana tiene déficit de
monografías, memorias históricas que den profundidad a esta cultura?;
¿Cómo se puede suplir este vacío?
(YC):
No lo sé, con sinceridad, no lo sé. Pero, conociendo nuestra
idiosincrasia antillana, me extrañaría que no existan muchos estudios y
monografías, al menos, fuera de Cuba. Tal vez para el estudioso cubano
no sean suficientes, pero bueno, la vida sigue, habrá que seguir
investigando y ahondando en el conocimiento de nuestra cultura y
literatura, como en el conocimiento en general.
¿Editora, escritora, traductora o promotora cultural?
(YC): Un poco de todo eso, y sobre todo, mamá de dos hermosos niños, amiga de mis amigos, enamorada de la vida y lectora voraz.
PD.
La entrevista fue tomada de la revista Cubaencuentro
Feminist fatale
Fa 12 anys
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