dijous, 29 de novembre del 2007

NOVELA CUBANA CONTEMPORARNEA

COMENTERIO DE IRENE

¿ En que estarán pensando los escalares ? de Juan Carlos Romero Mestre


Juan Carlos Romero elige una carta de presentación arriesgada para su primera novela, una pregunta que traslada al lector “¿En qué estarán pensando los escalares?”. La pregunta que lleva por título la novela del autor ofrece la clave que sostendrá el leitmotiv de toda la novela y marcará la pauta de su relación con el lector/a.

El escalar o también conocido como pez Ángel configura la metáfora a partir de la cual son atrapados los protagonistas. Los escalares son peces que se desplazan en grupos y aunque provienen de la región central de Brasil, son ocupantes habituales de acuarios y peceras. Su vistosidad y colorido los convierte en un tipo de vertebrado muy buscado. A pesar de la innegable belleza que los acuarios poseen, así como de la tranquilidad que brindan a quienes contemplan los lentos y suaves deslizamientos de sus ocupantes, no dejan de estar atrapados en un pequeño ecosistema, aislado, cerrado e impermeable.

Narrado en primera persona, el protagonista desgrana las historias de sus amigos y amigas de la adolescencia: la historia de Tatiana, Isabel, Josefina, Katina, Mausutt, Fernando, Wilfredo, Vega, Odalys, Yamila, Pavel,…, jóvenes adolescentes en la Cuba post-revolucionaria. Historias que se configuran como una pecera de bellos escalares, encerrados entre los límites de la isla. Niños ricos, pertenecientes a esa selecta y selectiva clase de padres que conforman los cargos dirigentes de Cuba.

Escindida en dos, un antes y un después, propio del recuerdo que marca una etapa importante e imborrable en la vida de las personas, la historia arranca con el ansia de la conquista de una pretendida madurez, idealizada en extremo por esa prisas por crecer que imprime la adolescencia. Ánimos dispuestos a extraer la máxima sustancia a la vida: el doloroso placer del primer amor, el despertar sexual, las bromas, las burlas y provocaciones, el ambiente convulso, la guerra fría, la música de los años ochenta… son algunos de los elementos que envuelven la primera etapa del libro.

La segunda parte retrata la vida de algunos de los anteriores protagonistas, su lucha por sobrevivir junto al miedo constante por única compañía. El intento de huida de esa pecera cuyas paredes les tiene atrapados y a la que las propias normas de supervivencia les ancla entre sus reducidos límites. Cada uno a su manera, intentando sobrevivir aunque se muera en el intento.

El hilo conductor de esta historia coral se centra en el negro José, un babalawo santero, curandero, consultor espiritual, poseedor de remedios y fórmulas para la salud del cuerpo y de la mente. La figura del santero es el punto de inflexión; aquél cuyos protagonistas recuerdan demasiado tarde o demasiado poco, o al que nunca se prestó suficiente atención. La importancia del negro José se revela casi con discreción, dejando al lector la oportunidad de atar los hilos. Un misterio sin duda bien manejado, pero al que el autor podría haber extraído mayor beneficio. Pero tampoco es posible obviar el carácter crítico que impregna la obra con respecto a las prácticas represivas, mal denominadas revolucionarias y que conforman cual telón de fondo las desgracias e infortunios de los protagonistas:

“Toda revolución termina por fortalecer al régimen que se propuso derribar” (p.254).

Lectura ágil y dinámica, donde se suceden numerosos acontecimientos, en el que el transcurso del tiempo y la recopilación de anécdotas es tal, que en ocasiones resulta algo confuso. Novela coral donde cada personaje deviene un ejemplo, un recuerdo, una víctima. El autor ofrece numerosos elementos que vienen a crear un mundo de sutilezas en relación a la impotencia, la frustración, el destierro, la soledad, el amor perdido,… emociones todas ellas revestidas de un manto de nostalgia por las incoherencias de una tierra que a pesar de echarte de casa es añorada con dolor, una tierra a la que sigues perteneciendo y amando. Llanto que se une al lamento por el inexorable transcurso del tiempo y la pérdida de la inocencia que lo acompaña.

“de las risas de la lejana adolescencia, al llanto y al dolor de la inminente madurez” (p.256).

Para cerrar estas palabras, tan solo sugerir especial atención en la cita de Charles Baudelaire que encabeza el libro y cuyas significativas palabras son un claro indicio del sentir que rezuman las palabras de Juan Carlos Romero Mestres.

1 comentari:

Anònim ha dit...

es una critica muy tierna , me gusta como Irene escribe , es para comprar el libro